Si
hay algo que nos alimenta a los viajeros es la motivación, ir al balneario más
popular de Trujillo es una experiencia grandiosa, muchos lo llaman comercio
informal, por no contar con los permisos necesarios como los demás vendedores
de la zona. Lo curioso es que estas personas rara vez venden cosas que tengan
que ver con el rubro gastronómico, ellos venden su arte y cultura.
Muchos
vienen como turistas junto a sus pequeñas familias, en afán de conocer lugares
distintos, subsistiendo de lo que ellos más saben hacer, pulseras, collares,
dibujos, tatuajes y retratos. Son muy llamativos, pues fusionan su cultura
autóctona con la nuestra, para poder solventar algunos gastos durante el día.
Gerard
Patow es un joven estadounidense que vive en Huanchaco casi medio año y asegura
que el Perú es un país donde cualquier turista puede subsistir por iniciativa
propia, además de eso añadió que a poco de viajar a Ecuador ha quedado
maravillado con la cultura y tradición que tenemos.
Finalmente,
hay que saber distinguir lo que es comercio informal para no vernos tontos
criticando del porque no pagan un espacio.
Autor: Yorlando Hernánde.
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